lunes, 29 de agosto de 2011

Donde sueñan las hadas.

Hay un lugar con una magia especial en los Pirineos, un lugar diferente a cuanto le rodea... y es en ese sitio donde descansa un ser legendario, una "mora" o "fada d'aigüa"... y aunque es casi imposible de ver... se siente su influjo, además esta fada del lugar es muy maniática con el orden, y de ahí ese paisaje tan curioso, tan límpio.


Este es el inicio de una particular aventura fotográfica, una auténtica lucha contra los Molinos (en parte por nuestro curioso parecido a esa extraña pareja que eran Don Quijote y el fiel Sancho)...
Y nuestra primera parada fue este lugar, el Ibón de Plan, o Bassa de la Mora. En el macizo del Cotiella.
En varias ocasiones lo he visitado, en invierno y en verano, pero nunca vine con el objetivo primordial (y diría que único) de hacer fotos, como en esta ocasión.

Salimos de Barcelona a mediodía, justo el tiempo de viajar, subir por la pista lo posible y llegar hasta la zona del lago, con intención de dormir al raso...


Al llegar al Refugio de Lavasar, unas luces ya prometedoras nos impulsan a caminar rápido y es llegar, tirar las mochilas y sacar los bártulos y empezar a hacer fotos como posesos...


Nos encontramos con el ibón medio vacío, cosa normal en agosto, y eso nos fuerza a buscar otras composiciones, con el inconveniente de estar muy cerca de las paredes y tener que tirar mucho de angular... y aún así hay encuadres que se nos escapan.



Después, repasando las fotos nos damos cuenta de que hemos hecho algunos encuadres casi idénticos, aunque algo mejores los míos ¡¡¡!!!!!!


Cuando las luces del Sol se apagan, nos llega el esperado resplandor alpino, una de las maravillas de la montaña.



Y va llegando la noche, y las estrellas... y la Luna.



Y se nota que es la primera sesión. Seguimos disparando, una y otra vez... hasta que ya no conseguimos nada decente y/o nos vence el sueño... cenamos algo ligero y dormimos como benditos bajo unos pinos y en el hotel del millón de estrellas, unas cuatro horitas. Y comienza un nuevo día, esta vez con luces menos favorables por la orientación de las paredes, pero como siempre, hay que aprovechar lo que se nos da...


Hace rato que se oyen cencerros (más de los habituales en mi cabeza ¡¡¡!!!!!) y al final aparecen, las vacas. Confío en que se dirijan hacia Enrique, jeje, pero vienen todas en mi dirección, a pisotearme toda la orilla para beber, me aparto que parece que vienen del Sáhara y después una nube de moscas (literal) se encaprichan de mi Nikon (es evidente que las moscas entienden de cámaras) y tengo que ir a dar un par de carreritas por media montaña hasta que se van y puedo hacer la última serie de fotos... con cara de estar flipando... las moscas se veían en la foto!!!



Cuando ya el Sol mata todas las sombras, recogemos y volvemos a la furgo, a continuar nuestro peculiar viaje a Ítaca, pensando ya en la próxima etapa, y en las "fotazas" que nos esperan como uvas maduras... sólo esperando que alguien las recoja... seguro! jeje.